Los fabulosos ataudes deslizantes; por Susú Fontaine
Terroríiiiiiiificos saludos.
Por una vez, y sirviendo de precedente, os voy a contar una historia real que os va a poner los pelos de punta. Una historia que no tiene explicación lógica más allá de la que nos puede aportar lo sobrenatural, es la historia de...
LOS ATAUDES DESLIZANTES DE LAS ISLAS BARBADOS
jajajajajaja (esto lo tenéis que leer como si fuera una risa tenebrosa)
Todo comenzó un caluroso, como no podía ser de otra forma, 6 de julio de 1812 en la Bahía de Oistin, en las exóticas y carnavaleras Islas Barbados, lugar de nacimiento de la fabulosa, aunque últimamente hortera, Rihanna, cuando un grupo de enterradores se dispuso a dar sepultura a la recientemente fallecida Señora Dorcas Chase.
La buena señora no se encontraría sola en su lugar de descanso eterno, pues antes que ella ya se había dado sepultura en dicho lugar, un panteón familiar, de sólida edificación, a Thomasina Goddard y Mary Anna María Chase, fallecidas y enterradas en 1807 y 1808 respectivamente. El panteón se construyó con sólidos bloques de coral unidos con cemento, y la pesadísima losa que cubre la tumba de la familia, de 4x2 metros de superficie es retirada, con gran esfuerzo, por los enterradores, para posteriormente depositar el ataud de la finada en su lugar de reposo perpetuo.
El lugar, obviamente estaba oscuro cual túnel de metro, pero cuando el séquito funerario acostumbró su visión a la oscuridad, y los enterradores encendieron sus lámparas, por poco les da un pasmo del susto, puesto que el ataud de Mary Anna había sido movido hacia un rincón, y en de la señora Goddard se encontraba pegado contra la pared opuesta a la entrada.
Obviamente todos se debieron preguntar... ¿porqué está esto así? ¿Qué ha pasado?
A mi me habría dado un síncope, porque soy cagueta de verdad, pero debe ser que en Barbados están habituados a las emociones fuertes, puesto que se limitaron a depositar en el panteón el ataud de la señora Dorcas y a recolocar los dos ataudes que no estaban en su lugar.
Después de dejarlo todo ordenadito, volvieron a clausurar el panteón con la enorme losa de piedra, que debía de pesar un quintal.
Obviamente, intentando dar una explicación racional a aquél desorden ataudil, se culpó a los pobres esclavos negros, que no creo yo que no tuvieran nada mejor que hacer que ponerse a mover unos ataudes de unas señoras fallecidas unos pocos años antes, pero se les acusó en base a su asistencia al funeral de la primera hermana Chase y a la tirria que tenían al patriarca del clan, el señor Thomas Chase, que se comportaba como un auténtico sátrapa, y que fue el causante de que su hija Dorcas se hubiera quitado la vida.
Los esclavos no sólo lo negaron, sino que además ellos, supersticiosos donde los haya, (con perdón) se acojonaron.
El caso es que la cosa se quedó ahí, puesto que los ataudes, aparte de haber sido movidos, no habían sufrido ni el más mínimo desperfecto.
Y aquí paz y después gloria.
Hasta que un mes más tarde Thomas Chase, padre de las difuntas cuyos ataudes se movían, pasó a mejor vida. Su cuerpo fue llevado al panteón familiar para su eterno descanso y... los ataudes estaban en su sitio, ordenaditos.
Fin.
¿Fin? Nooooooo (era un final falso, como en los sueños).
Cuatro años después, el 25 de septiembre de 1816, la losa del panteón familiar fue levantada para dar sepultura al niño Samuel Brewster Ames, y fue en esta ocasión cuando los ataudes, cuatro esta vez, volvieron a encontrarse desordenados. ¡Aaaaaaaaaahhhhhhh!
Obviamente, se culpó a los esclavos negros, que estaban ya hartos y asustados.
Dos meses después, el 17 de noviembre, se dispuso el traslado de un difunto desde el cementerio de St Phillips hasta el panteón familiar de los Chase. Obviamente en esta ocasión el "levantamiento-de-losa-de-panteón-familiar" tuvo máxima expectación, y una gran multitud de personas se agolpó en el cementerio frente al espectáculo que suponía el panteón de los Chase. Se hicieron apuestas y... los cinco ataudes aparecieron nuevamente desperdigados por todo el panteón.
El de la señora Goddard se había desplazado a la pared opuesta, y todos los demás estaban distribuidos sin orden ni concierto por el suelo.
Esta vez se investigó a fondo el panteón, pero nada podía explicar aquel extraño fenómeno, por lo que nuevamente se volvieron a ordenar los ataudes, y la superlosa superpesada se volvió a colocar en su sitio.
Tuvieron que pasar dos años, durante los cuales se hizo célebre el dichoso panteón, hasta que muriera otro componente del clan de los Chase (seguro que los más morbosos lo estaban deseando); y así el 17 de julio de 1819 falleció Thomasina Chase, que sería trasladada al panteón, esta vez bajo la atenta vigilancia del mismísimo gobernador de Barbados. Otra vez se retiró la superlosa de mármol y... otra vez los ataudes distribuidos sin orden ni concierto por todo el panteón.
Esta vez se llevó a cabo un exaustivo exámen del lugar, pues fue minuciosamente registrado, aunque sin éxito.
El gobernador de Barbados, el Vizconde Combermere
Se ordenaron nuevamente los ataudes y se cubrió el suelo del panteón con una fina capa de arena, con la finalidad de conseguir las huellas de los posibles culpables, y una vez cerrado el panteón con la pesada losa (losa pá arriba, losa pá abajo, que debían estar los enterradores hasta las narices), el gobernador marcó el cemento que sellaba el panteón con su sello. A ver quién entraba ahora...
En la primera viñeta están los ataudes tal y como los dejaron, y en la segunda, tal y como se los encontraron
No pudieron esperar a que se muriera nadie, la curiosidad les pudo, pues el 18 de abril de 1920, abrieron de nuevo el panteón.
El cemento estaba intacto, con el sello del gobernador, pero en el interior había algo que no iba bien..., pues cuando el cemento fue picado y la losa retirada a un lado, se escuchó un extraño rozamiento surgiendo de la oscura bóveda. Uno de los ataúdes de plomo había sido arrojado contra la losa y al ser retirada esta por los albañiles negros, la sepultura había sido arrastrada con ella.
Si los pobres esclavos estaban ya asustados, ahora estaban al borde de un ataque de pánico.
El ataud de Mary Anna María estaba literalmente empotrado en la pared del fondo de manera tal que incluso el muro había sufrido daños materiales (que tontería acabo de decir, ¿qué daños va a sufrir un muro que no sean materiales?), y lo más desconcertante de todo, la arena estaba complétamente intacta...
Os dejo aquí las declaraciones que el secretario de gobernación hizo en su día:
“Examiné los muros, el arco y toda la bóveda: todo era igualmente antiguo; un albañil, en mi presencia, golpeó minuciosamente el suelo con un martillo: todo era sólido. Confieso que no puedo explicar los movimientos de esos ataúdes de plomo. Ciertamente, no se trata de ladrones, y en cuanto a broma pesada o truco, hubiese sido necesaria la participación de demasiada gente y el secreto hubiera sido descubierto; y en cuanto a que los negros hayan tenido algo que ver, su miedo supersticioso a los muertos y a todo lo que con ellos se relaciona, excluye cualquier idea de esa clase. Todo lo que sé es que ocurrió y que yo fui testigo del hecho.”
Debe ser que dijeron "hasta aquí hemos llegado" puesto que ese mismo día sacaron todos los ataudes y los llevaron a otros lugares del cementerio. El misterio nunca llegó a tener una explicación...
Espero que os haya dado mucho miedo y que no durmáis esta noche.
Tened dulces y deslizantes sueños...
jajajajajajaja (os recuerdo que esto lo tenéis que leer como si fuera una risa malévola, ¿eh?)
P.D.: intentaré investigar más, porque creo que el caso de Barbados no es el único ¿qué cosas, eh?
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